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Y quedan más imágenes ...
Sitio de Archibaldo Peralta

Quedan más fotografías tomadas por el excelente fotógrafo Harry Olds. Al igual que en las imágenes anteriores,  los textos explicativos fueron redactados por mí. Veamos...
 

Cruz de Reyes

CRUZ DE REYES

Este lugar es uno de los más característicos de Valparaíso, entre las calles De la Aduana o Del Comercio y la calle De Abajo, que confluyen hacia la calle Del Cabo, es decir entre la calle Prat y la calle Cochrane hacia Esmeralda.

El paisaje tiene una tónica evolutiva que ha sido un signo de la prosperidad de la ciudad a pesar que yace bajo ese suelo un triste episodio que marcó por mucho tiempo la historia urbana; el naufragio de la fragata "Nuestra Señora de la Ermita" un 28 de Septiembre de 1769, por lo que don Blas de los Reyes colocó en el lugar una tosca cruz en memoria de las víctimas, por lo que el topónimo nació, llamándose el lugar "Cruz de Reyes", pero que al habilitarse más urbanizada la "Calle de Abajo" y comenzar a denominarse calle Cochrane, la nomenclatura del lugar también evolucionó a "Crucero de Reyes".

Es interesante destacar que donde aparece Foto Helsby propiedad del padre del Pintor Alfredo Helsby era el lugar preciso del naufragio, como puede ser corroborado comparando el cuadro de Charles Wood que muestra el roquerío y con edificios solo al pie del cerro, pintura que puede apreciarse en el Museo Naval.

Esta característica construcción no fue reemplazada por el actual Reloj Turri, sino que sobrevivió algún tiempo coexistiendo y demoliéndose en 1927.

Una cantina de aquella época

CANTINA

Así como en los comienzos de la Patria, el lugar de bebida y diversión, donde se compartía un trago junto a un sabroso pernil o jugoso asado bien regado "con vino tinto y del otro" era conocido como la "Chingana", en la época de nuestra imagen era la "Cantina" o "Bar" como se le ha conocido más tarde; sin embargo, la palabra "cantina" tiene un honorable ancestral, porque era un cajoncillo con dos frascos de loza vidriada, con agua fresca para el camino, de donde deriva el rol de "Cantinera" que desempeñaron valientes mujeres junto al fragor de la batalla o de un largo caminar del soldado.

Aquí los protagonistas son los hombres que con su damajuana de vino sobre la mesa y el vaso a medio consumir indican que "no han venido a rezar el rosario" precisamente, sino que se encuentran allí con ánimo de diversión.

Por las actitudes de la guitarrista y de la mujer que le acompaña, quien con sus hermosos ojos negros nos hace deducir que ha de ser la cantora, todo parece indicar de ser un lugar de cierta respetabilidad, aunque el marco referencial sean vino y cerveza en abundancia.

Estas características han estado siempre presentes en el estilo de ser del chileno de todas las clases sociales y categorías ciudadanas, dándose en mayor o menor grado según sea la situación o circunstancia.

Cuando hoy día, cierta prensa rasga vestiduras por cierta liviandad mujeril de algún mandatario o amoríos de una princesa...

En Chile nadie puede desconocer que don Diego Portales Palazuelos fue "mujeriego y chinganero" a quien le gustaba visitar lugares donde le cantaran unos aires bien chilenos, teniendo sus preferencias muy precisas donde destacaba "La Pollita", sin embargo, a nadie se le podrá ocurrir poner en duda la honorabilidad del hombre o la respetabilidad del estadista, porque son situaciones que corresponden a un ámbito diferente del ser social.

Muelle Prat

MUELLE PRAT

Casi a espaldas del Monumento a los Héroes de Iquique, se erguía el "Muelle de los Pasájeros" denominado así para diferenciarlo del Muelle Fiscal que era de carga internacional y de cabotaje.

Por esta simpática plataforma hexagonal escalonada que estaba unida a tierra firme por un puentecillo desfilaron las más distinguidas familias del país, en sus infaltables viajes a Europa, lo que les daba "Caché et Ton", sello de categoría y distinción de ahí viene nuestro mote "cachetón" dirigido a todos aquellos que miran en menos "a los que no están a sus alturas".

De igual forma por esta pasarela cruzaban cientos de jóvenes de vinosos apellidos y otros con el mérito de su talento y el apoyo del Estado, para ir a estudiar y traer nueva savia que robusteciera nuestra República en pleno desarrollo.

Cientos de sueños, cultivados por esforzados padres de familia, vieron coronados sus esfuerzos al ver regresar a sus hijos convertidos en técnicos o profesionales respaldados por algún famoso Instituto o Universidad. De igual forma, también hubo sueños tronchados, de muchos que creían que bastaba el dinero suficiente y olvidaban que esos jóvenes no estaban preparados para asumir responsablemente sin que nadie los controlara, porque carecían de una autodisciplina formativa.

 
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